Thursday, January 06, 2005

Hannah Harper

Por Juan Data (Originalmente publicado en La Cosa, Argentina, 2004)

Se cuentan de a cientos las chicas que, en estos días, entran al mundo del porno por una puerta y salen por la otra después de sólo un par de escenas de relleno en películas del montón. Muchas lo harán por una necesidad momentánea de dinero fácil e instantáneo. Algunas se darán cuenta de que no era ese el camino al que aspiraban profesionalmente. Otras tantas se quemarán en drogas y acabarán prostituyéndose o volverán a ser madres solteras viviendo en un trailer y aspirando cristal.
En una industria con sobreoferta como el porno norteamericano (se lanzan al mercado más de trescientos nuevos títulos por semana) es muy difícil reconocer a las actrices que van a perdurar y llegar a convertirse en “pornstars”, de aquellas que durarán en pantalla más que un polvo (nunca más apropiado lo de los 15 minutos de fama).
Los que vieron a Hannah Harper debutar hace apenas tres años, jamás se habrán imaginado que iba a alcanzar el status de estrella y pasar a la prestigiosa categoria de “contract girl” (actrices bajo contrato anual para una de las grandes compañías productoras). Hannah era una tímida estudiante de turismo en su Devon natal, al sur de Inglaterra, hasta que –apenas cumplida la edad legal- le picó el bichito de la curiosidad y aceptó una propuesta para posar desnuda en una revista. De ahí al porno fue un sólo paso. “En Inglaterra trabajé para Ben Dover (el actor/director más reconocido del momento en el porno británico) en una película llamada End Game y también hice un par de escenas más pero que están casi fuera de catálogo, no sé si las podés encontrar...”
Todos sabemos los caminos por los que la ambisión por el dinero pueden llevar a la gente, especialmente tratándose de una inocente jovencita de pueblo chico. Cómo tantas otras chicas recién graduadas del secundario en los Estados Unidos, Hannah se fue a probar suerte a la tierra prometida: Los Angeles, más precisamente al Valle de San Fernando (el verdadero “Silicone Valley”), la meca internacional del porno, donde se concentran las oficinas centrales de todas las grandes productoras del cine para adultos. “En Inglaterra nadie pone dinero en la industria del porno, no hay dinero, no existen las feature dancers (actrices porno de mediano reconocimiento que viajan en tours alrededor del país haciendo presentaciones en cabarets) ni contract girls. No es tan glamoroso, ni está tan bien organizado como acá. No se puede ser una estrella del porno en Inglaterra. Podés conseguir reconocimiento y fama por modelar para revistas, pero no a través del porno”.
Pero el precio que hay que pagar para llegar a ser considerada una estrella, suele ser muy elevado. Entrar al mundo del porno a veces exige esfuerzos sobrehumanos, como en el caso de Hannah Harper, encamarse a la inmundicia cogiente de Ed Powers. Hannah no puede evitar reírse al escuchar que menciono el nombre del rey del gonzo semi-amateur. Ed Powers es reconocido en la industria por haber registrado en video los debuts de varias de las más reconocidas estrellas de hoy en día: Sunset Thomas, Sunrise Adams, Nautica Thorn, todas tuvieron su primer polvo en cámara con el desagradable viejo verde de los anteojos culo de botella y colita. Ante su reacción de risa nerviosa le pregunto a Hannah si está avergonzada de ese capítulo de su pasado: “No, (más risas) es un tipo bueno”. Mi conclusión entonces es la obvia: debe pagar una millonada para trincarse dulces nenitas lindas como ella, siendo él semejante adefesio. “Sí, paga... tu sabes, una suma interesante. Digamos que es un tipo generoso”.
Hannah, como toda lady inglesa que se precie de tal, no quiere develar su edad. Entonces me veo obligado a sacar el as que tenía bajo la manga y desviar la conversación hacia la pasión futbolera de los británicos. “Realmente no soy muy fantática de los deportes,” confiesa y le disparo: “¿cuantos años tenías cuando Maradona los dejó fuera del mundial?” Ella se queda pensando por unos segundos, saca cálculos y contesta: “como cuatro”.
Así llegamos a la conclusión de que rondaría los tiernos diecinueve cuando en el 2001 fue a la convención porno anual de Las Vegas y conoció a la gente de Legend Video con quienes acabó firmando su primer contrato. La fama y el renombre hay que ganárselo a fuerza de “romperse el culo” en una industria tan competitiva como la de las tres equis y Hannah aceptó el reto de la manera más literal posible: se pasó un año filmando hasta tres escenas por semana para películas tipo gonzo, de bajo presupuesto, sin guiones, producción, maquillaje, ni actuación y concentradas casi específicamente en el sexo anal y la doble penetración, su especialidad, ejem...
En poco tiempo la rubia se ganó el bien merecido título nobiliario de “British Anal Queen” y empezó a expandir sus horizontes trabajando para otras compañías en producciones de mayor presupuesto. Ligó de rebote la sobre-exposición de su amiga Marey Carey (pornstar candidata a gobernadora de California que compitió contra Larry Flynt y Mr. Arnold) por haber compartido con ella un par de escenas de girl-on-girl. Hasta que le llegó la hora que tanto esperaba: Sin City, una de las productoras más grandes de porno de los Estados Unidos, le ofreció un contrato de exclusividad. Así llegamos hasta nuestros días donde Hannah Harpes es parte del staff permanente de todas las producciones de alto presupuesto de Sin City, compartiendo cartel con las otras dos contract girls de la compañía: Shay Sweet y Aurora Snow.
Otro que es figurita repetida en todas los lanzamientos importantes de Sin City es el actor Steven St. Croix; así que naturalmente, a fuerza de verlo cogiéndose al bombonazo de Hannah película tras película, uno saca conclusiones y sospecha que los relacione algo más que un lazo estrictamente laboral. “En realidad –explica ella siempre tan diplomática- es porque Steven St. Croix puede actuar, entonces Sin City siempre le da papeles principales en las películas y en todas las películas que hice para Sin City soy la coprotagonista o la actriz principal entonces siempre terminamos teniendo sexo juntos. Pero está bien, me gusta tener sexo con él”. Siendo que Steven no es lo que se dice un superdotado al estilo Rocco o Ron Jeremy, mi pregunta siguiente es más que predecible: “¿El tamaño importa?” Ella se queda dudando, esboza una sonriza pícara, “¿Con Steven? No. ¿En general? Hmmmm... creo que las pornstars estamos mal acostumbradas, ¿no? trabajando en el porno siempre te tocan los grandes... pero no, no es muy importante para mí”.
Hannah dice que no se guarda nada para la intimidad y ha sido en cámara dónde llegó a explorar sus máximas fantasías y probar sus límites. “¿Cuáles son mis límites? Nunca estuve con demasiados tipos en una escena, nunca hice un gang-bang. No soy muy buena para hacer pis en cámara o en frente de gente, así que no hago videos de eso tampoco (risas)”. Mi curiosidad me lleva a preguntarle si realmente disfruta el sexo en cámara y alcanza el orgasmo, “Sí, a veces sí. Obviamente que es diferente a tener sexo en tu vida personal, pero sí lo disfruto y espero que se note luego en las películas”.
La tendencia mayoritaria parece ser actualmente, que las actrices cuando ganan mucho renombre se pasan a la dirección o producción de películas. Hannah dice que no tiene planes todavía de trabajar detrás de cámara pero que “estoy empezando una agencia de modelos así que estoy muy metida en eso ahora. Tengo un montón de chicas viviendo en mi casa, al comienzo eran todas inglesas, ahora tengo chicas de Irlanda, de Los Angeles...” Pero sí le ha tocado actuar en películas dirigidas por ex-pornstars como Jewel De’ Nyle y Sky Blue: “Amo a Jewel De’ Nyle y todo lo que ella represenata. Es una directora muy abocada a su trabajo, no pierde el tiempo y pone mucha energía en lo que hace. Me encanta eso. Sky Blue... bueno, con ella fue diferente por que hice una escena lésbica con Brittney Skye y no cortó la acción. La dejó a Brittney trabajar por un buen rato en mis tetas, en mi concha, hasta que acabé y recién ahí cortó y cambiamos de roles. Entonces quedó una escena fantástica”. Habrá que verla.

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