Por Juan Data (Originalmente publicado en Hip Hop Nation, España, 2003)
LAMC es la conferencia internacional de la música en castellano que se realiza anualmente en los Estados Unidos. De esta participan artistas, promotores, periodistas, ejecutivos de las disqueras y demás personas relacionadas con la indsutria de la música en general. Hace dos años contó con la presencia del Meswy, recién instalado en New York. En la edición del 2002, fue La Mala Rodríguez quién representó al rap ibérico en Norteamérica. Este año el turno les tocó a nada menos que SFDK. He aquí una reseña de la visita de los sevillanos a Los Angeles, California.
Los Angeles no es una ciudad fácil para el b-boy recién llegado. No es como New York donde uno es abatido por una abalancha de hip hop apenas pone un pie fuera del avión. Los Angeles es enorme, inabarcable e ilógica en su distribución. Uno puede pasar meses, hasta años, viviendo en esa ciudad sin encontrar vestigios de la cultura hip hop, a menos que se sepa dónde ir a buscarlos.
Eso fue, más o menos, lo que les sucedió a Acción Sánchez, Zatu y al Puto Largo (de Dogma Crew) cuando llegaron con la ilusión naif de b-boys debutantes a la supuesta cuna del gangsta rap: se vieron encerrados en un lujoso hotel de Beverly Hills sin saber en qué dirección escapar. Extendieron un mapa y buscaron instintivamente Compton, Long Beach, South Central, los barrios de los que habían oído hablar tanto al ritmo del caduco g-funk. Estaban muy lejos. Lo más cerca que tenían era Hollywood, la farsa más grande del engañoso glamour cinematográfico. Esa noche tocaba Phil The Agony, gratis en Amoeba Records, la tienda de discos más importante de todo California. Cuando lo vieron en los periódicos tres días después, ya era demasiado tarde.
Lo más cercano a un show de hip hop que llegaron a ver entonces, fue en la fiesta de inauguración de la conferencia LAMC donde se presentaron los locales Akwid: un dúo de jóvenes mexicanos críados en el ghetto de Los Angeles que saltaron repentinamente a la fama en el hámbito local rimando en un precario español sobre loops de música regional mexicana: rancheras, corridos norteños, etc. Esa noche estaba también anunciada la presencia del Meswy en lo que hubiera sido su primera visita a la costa oeste, pero se canceló el mismo día. “¿Se le habrá cortado la luz?” se preguntaba con cierto dejo irónico Acción Sánchez, que había visto en las noticias de esa mañana el informe sobre el apagón de Nueva York.
Los Angeles no es una ciudad precisamente reconocida por tener apego por el rap en castellano. Más allá de Control Machete y 7 Notas 7 Colores, la mayoría de los que han pasado por ahí, lo hicieron sin pena ni gloria. A pesar de ser la ciudad con más habitantes de habla hispana en los Estados Unidos, el rap en castellano apenas gatea tímidamente en California.
-¿Con qué expectativas vienen a Los Angeles?
Zatu: ¡Quemarlo todo! Hacer un directo guapo tío. Aparte conocer a toda la gente que podamos. Pero como el directo es el plato fuerte siempre de nuestro grupo, pegar un directazo guay y esperemos que le llegue a la peña. El idioma es el mismo. Esta es nuestra segunda vez fuera de Europa así que...
- Sé que anduvieron por México a comienzos de este año. ¿Cómo les fue por allí?
Z: México fue increíble tío. Dimos tres conciertos, en Guadalajara, en Monterrey y en DF. Pero aparte de los conciertos también lo que es conocer la vida de otro país, todas las costumbres diferentes, todo eso fue un impacto gordísimo. Hasta montar el autobús era tan distinto. Y bueno, con respecto a la música, era increíble también. Cada ciudad que íbamos estábamos con los rappers de por ahí y pues, escuchábamos más o menos lo que había. Estuvo guapo.
- ¿Cómo han visto la recepción del rap español en Latinoamérica?
Acción Sánchez: En Latinoamérica tienen todo lo español. Por internet. Gente que tiene algún coleguilla que le manda un CD original... Nosotros cuando estuvimos en México vimos que hasta tenían temas que ni habían salido editados en España. Discos que iban a salir que ya los tenían.
Z: Pero en España no saben nada de lo que hay en Latinoamérica.
AS: En México la peña sabía lo que era bueno y lo que era malo. No es que todo lo español es la polla. Pero los tíos de ahí sabían perfectamente cuales son los grupos buenos buenos.
Z: Tenían un criterio parecido al que tenemos allí.
AS: En un puesto de un mercado en México, creo que llegaron a vender 500 CD’s nuestros en una semana. Piratas. Hasta camisetas hechas ahí a mano...
- Esa difusión fuertísima que ha tenido el rap de España en Latinoamérica desde el ‘98 a esta parte fue principalmente a través del mano a mano, cómo decían ustedes, tipo contrabando de hormigas. Pero ese fenómeno alcanza hasta desde Argentina y Chile hasta México y se frena al cruzar la frontera. ¿Creen que pueda entrar alguna vez en los Estados Unidos?
Z: Es más complicado. Pero puede ser tío. No sé. Llegándole a los latinos primero. A los que no hablan español es más dificil. La gente aquí tiene otra manera de verlo y si no lo entienden, no lo van a escuchar. Nosotros escuchamos a los americanos por el flow, sin entender las letras. Pero tío, yo he venido a Los Angeles y no he tenido ningún problema para hablar, todo el mundo habla español. Entonces entrando de a poquito por aquí, se podrá. Poquito a poco.
Poquito a poco los SFDK se fueron acostumbrando a Los Angeles y haciéndose conocidos de la fauna de la voraz industria de la música americana. Descubrieron que Melrose no estaba tan lejos y ahí se pueden ver –además de graffitis- pasear a las mujeres más artificialmente voluptuosas de Los Angeles. La legendaria Fat Beats fue una parada obligatoria para el “diggin’ in the crates” the Acción Sánches. “¿Todavía no fueron a Amoeba?” les pregunté. Amoeba debería ser parada obligatoria en el itinerario de todos los músicos en tour durante su escala en Los Angeles. “Tu nos puedes enseñar cómo llegar?” preguntó el DJ del dúo sevillano. “Mañana vamos juntos,” contesté.
Había que verles la cara al Zatu y Acción Sánchez cuando entraron a Amoeba. Era como soltar a un par de niños huérfanos en una tienda de juguetes. “Ostia tío, sácame una foto aquí con los discos que la peña no se lo va a creer,” reclamaba emocionado el Zatu. Imposible alejarlos de las infinitas bateas de vinilos durante las siguientes tres horas y media. Acción Sánchez debió cargar con una pesada caja llena con casi medio centenar de discos. Por suerte el camino hasta el hotel no era tan largo, habían ya abandonado el lujo del Hilton por un motel de paso hubicado en una zona más céntrica de la ciudad.
En El Rey Theatre, los Siempre Fuertes hicieron su esperado debut para un público curioso pero mayormente ajeno al palo del hip hop. Nadie nunca había oído hablar de ellos antes. Estaban sí los locales Psicho Realm, los más underground de Global City, los salvadoreños/neoyorquinos Reyes Del Bajo Mundo, el DJ JeekOne de San Francisco y los Delinquent Habits, que serían los encargados de coronar la velada inaugurada por el freestyle a capella del Zatu.
Satisfechos con los resultados conseguidos, los SFDK se agendaron una fecha más en otro club al día siguiente. Esta les salió todavía más difícil, el JC Fandangos es una disco de público latino más bien del palo rockero y darkie ubicada en Anaheim, lejos de Los Angeles y cerca de Disneyland. El heterogéneo cartel de esa noche incluía también electrónica de la mano del tijuanense Bostich y la incalificable ensalada kistch de los regiomontanos Plastilina Mosh. La poca respuesta del público no fue inconveniente para Zatu, que demostró ser un maestro de ceremonias con todas las letras y dominar el escenario como pocos.
Previo al evento habíamos pasado un día en la playa de Venice Beach donde no dejaron a ninguna señorita sin acosar con la cámara de video. Al día siguiente se fueron a recorrer Compton en auto por la mañana y como no vieron nada que se asemejase en lo más mínimo al hip hop, volvieron a internarse en su reducto favorito: la sección de vinilos de Hip Hop de Amoeba Records.
PD: La tienda de discos mencionada no patrocina este artículo ni anuncia en esta revista.
Wednesday, January 05, 2005
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