Saturday, May 19, 2007

Santiago Zona Bruta (de como el rap español triunfó en Sudamérica)

Por Juan Data (originalmente publicado en Hip Hop Nation #05, España, 2000)

Imagínate estar en una ciudad que no conoces, a la que llegaste hace sólo unas horas, es de noche, hace algo de frío, estás sólo, no conoces a nadie. Acabas de salir de un recital y te chocas con una barrera de policías con cara de pocos amigos. Recién entonces caes en la cuenta de que has perdido tu equipaje, no tienes documentos, tarjetas de crédito, abrigo ni pasajes de vuelta. En tu bolsillo sólo llevas algo de cambio, como para viajar en metro y comer un Hot Dog. Ni siquiera tienes un número de teléfono al que llamar porque también perdiste tu agenda.
Momento crítico. Pasar la noche en la calle pareciera ser la solución más viable... si no fuera porque estás en Chile y los “pacos” no son lo que se dice gente cordial con la que uno pueda dialogar civilizadamente.
Ya sé lo que estás pensando: “ja, a mí eso nunca me pasaría porque yo soy demasiado listo”, pero bueno, haz un esfuerzo intelectual e imagina que no eres tan listo y que te tienes que arreglar escribiendo para Hip Hop Nation porque no eres tan buen MC como para forrarte con tus skills. “Ah, bueno en ese caso...”
Entonces, ¿qué harías ante esa situación? ¿que no sabes? Pues, déjame que te cuente lo que hice yo.

El Preludio
Antes que nada, vamos a hacer un relevamiento geográfico del terreno y pongamos al lector en situación. Chile: país sudamericano que disfruta de una democracia demasiado joven. De escasa población repartida en escaso territorio (para lo que son las dimensiones en esa parte del continente), donde la sociedad se jacta de ser ordenada, patriota, religiosa y conservadora. Cómo todo país del tercer mundo sufre la marginalidad y el desempleo en carne propia, pero parece sobrellevarlo mejor que sus vecinos, ahogados en la corrupción.
¿Es este un panorama propicio para generar una escena Hip Hop con identidad propia y bien consolidada? A primera vista uno diría que no, y sin embargo, no hace falta internarse mucho en las calles de Santiago para descubrir en esa ciudad a una digna contendiente de São Paulo para la “Capital Sudamericana del Hip Hop”.
Así rezaba el flyer del evento al que me dirigía. El primer “Festival Hispanoamericano de Hip Hop”. Era mi primer incursión en tierras chilenas así que estaba muy emocionado con la idea de viajar para cubrir el concierto. Mi único contacto hasta entonces con la escena Hip Hop de Chile había sido entrevistando, años atrás, a los Tiro de Gracia y los Panteras Negras para algún fanzine apócrifo porteño, o cubriendo las visitas a Argentina de los graffiteros de la crew DVE o los b-boys transandinos que se hicieron presentes en el campeonato de Rosario (ver Hip Hop Nation Nº3).
Pero lo cierto, era que el Hip Hop de Chile era todo un enigma para mí, y es que a pesar de estar a menos de dos horas de avión, las ciudades de Santiago y Buenos Aires tienen muy poca comunicación entre sí.
Me disponía entonces a pasar un fin de semana recorriendo las tierras por las que Pinochet todavía camina libremente. Pero mi misión, que quede claro, no era rastrear el mapa del Hip Hop local (lo cual me llevaría mucho más que un fin de semana y por lo tanto quedará pendiente para alguna ocasión futura), sino más bien, analizar el desembarco aplastante del Hip Hop ibérico en esa ciudad, tomando como punto de referencia el mencionado festival.

La Llegada
Habiendo arribado a Santiago al mediodía, me disponía a recorrer tranquilo la ciudad y sacar unas fotos, antes incluso de buscar alojamiento. Es que el recital era por la noche, y entonces tenía toda la tarde libre por delante. Así llegué a Otra Vida, el único Hip Hop Shop de la ciudad, y uno de los pocos de Sudamérica (allí, me dijeron, habían estado Ari y Jotamayúscula la tarde anterior), la tienda es la única en todo Chile que vende discos de rap españoles originales, mientras la piratería es moneda corriente en la ciudad. Enseguida conocí a un grupo de ganjamanes acompañados de unas adolescentes de amplios escotes que se ofrecieron a acompañarme hasta el lugar del evento. Pero, ¿que no es a la noche?
No. Dos días antes habían cambiado el horario. Todos los flyers indicaban que las puertas se abrirían a las 19 y sin embargo, en sólo 48hs se había corrido el rumor de que el recital se había adelantado para las 15.
Dos conclusiones saqué de lo anterior, a priori: me queda menos de una hora para resolver mi problema de alojamiento, y a posteriori: vaya que si corren rápido los rumores en esta ciudad. Decidí dejar de lado lo del alojamiento, ya conocería a alguien que me quisiera hospedar por una noche y en todo caso, tenía algo de dinero como para pagar por una habitación. Mi problema pasaba más bien por el equipaje. Venía cargado con una mochila repleta de ropa, discos, revistas y demás cosas que la hacían tremendamente incómoda para asistir a una jam de semejantes dimensiones.
Uno de los fumetas que recién había conocido tenía una tienda ahí cerca y me propuso dejar mis cosas dentro. Iríamos al recital juntos y a la vuelta pasaríamos a recogerla. Me pareció buena idea y accedí. Hasta dejé allí todo el grueso de mi dinero pensando en el riesgo que corría si me llegaban a robar en las adyacencias del lugar. Santiago es muy reconocida por los robos y arrebatos en las calles.

Los Chilenos
Estadio Chile. El metro nos dejó a dos manzanas. Las calles abarrotadas de jóvenes b-boys. Advertí con admiración que no había alcohol en las manos de los que esperaban para entrar, ni latas de cerveza ni vino en tetra-brick, como se acostumbra en mis pagos. Casi por instinto me pedí un Hot Dog y una cerveza en un bar (los Hot Dog chilenos son muy buenos), salí a la calle y entonces me enteré de la situación. En Chile está prohibido tomar alcohol en la vía pública. ¿Reminiscencias de tiempos oscuros? “Si te ven los pacos te llevan” me dijeron mis amigos. Tomé un trago apresurado y la escondí. Al instante vi pasar uno de esos uniformados de verde, casi como militares nazis.
Hora de entrar y segunda aproximación al “orden” reinante en la idiosincrasia chilena. En Argentina, tierra de chantas y ventajeros, entrar a un evento sin pagar es casi un deporte nacional. Decir, “soy periodista, vengo a cubrir el show” suele ser suficiente para que se abran las puertas del cielo. Ahí, en Chile, no sólo no me dejaron pasar, me pidieron documentos, carnet de periodista, referencias del medio para el que trabajaba... ¡y todo eso a pesar de que mi nombre estaba en la lista de invitados!
Logré transponer el primer vallado pero todavía no podía entrar al estadio. Había dos puertas, en una me pedían el ticket de la entrada y en la otra una acreditación de invitado. No tenía ninguna de las dos cosas. Desde el interior del local emergía una densa nube de humo verde dulzón y se dejaban oír los primeros beats. Finalmente, después de haberle llorado a más de media docena de guardias de seguridad, pude entrar al estadio y aquí me llevé la mayor sorpresa de mi viaje.
De repente me encontraba inmerso en una maraña infinita de gente, un estadio enorme repleto hasta más no poder, tanto las gradas como el campo, y todo para ver un show de rap. ¡Mierda, y en Buenos Aires a duras penas juntamos trescientas personas! Pensé. De las casi cinco mil personas que se amontonaban para ver a Ari, un porcentaje importante (me atrevería a decir el 30%) eran mujeres y eso no hacía más que asombrarme aún más. Eso sí, el promedio de edad de las b-girls a duras penas rozaba los quince años. Las había muy pequeñas, todas vestiditas con sus ropitas de homies, dispuestas en primera fila cual fans de algún cantante romántico carilindo salido del Top 40... ¡pero estaban allí para ver un show de rap! Yo sabía que el éxito de Tiro de Gracia había acercado a muchas jovencitas al Hip Hop en Chile, pero no me imaginé nunca que estas se iban a prender a la cultura con tanta fuerza.
En el escenario estaba Savia Nueva, una especie de grupo paralelo de Makiza, con varios integrantes cada uno presentándose como un solista con el apoyo del resto. Era su primera vez en vivo y no les fue nada mal. Makiza es el grupo del momento en Chile, con miles de copias de su álbum, editado por una multi, acercaron el rap a un público más maduro e intelectual sin perder el respeto del grueso de la audiencia rappera de estirpe callejera. Entendí la fascinación de las niñas chilenas por el rap cuando vi subir a las tarimas a la incomparable Anita, de quién hasta ese entonces sólo había oído hablar maravillas, y no me defraudó en lo más mínimo. Anita (voz femenina de Makiza) tiene el talento suficiente para enfrentar a cualquier mujer MC del mundo, tanto en sus letras como en sus fabulosos freestyles. Es el secreto mejor guardado del rap chileno. Y así, como en secreto, subió y cogió el micro, escondida tras una capucha que no dejaba distinguirla. La capucha voló tras el segundo verso y la tribuna se vino literalmente abajo en una ovación unánime. Tendríais que haber visto entonces, a todas esas rapperitas de catorce primaveras coreando las rimas de la Anita.
Aún no salía de mi asombro cuando pude ver a toda la masa de gente pidiendo a gritos la presencia de Vico C, MC puertorriqueño que había prometido su visita a Chile y la había cancelado a último momento ya que los organizadores no accedieron a sus pretenciosas exigencias. Supe que en los camarines la gente de la organización del evento estaba super nerviosa con el tema y no se atrevían a salir a decir que Vico C no había venido, entonces un rappero chileno invitado de los grupos que teloneaban a Ari se ofreció para enfrentar a la muchedumbre, que no paraba de gritar “¡Vico C, Vico C!” Se asomó como tímidamente, cogió el micro y pidió la palabra: “Vico C no es verdadero... pidió una limusina para venir a Chile, así no es el Hip Hop y bla-bla-bla...” De repente, la misma gente que aclamaba a Vico C, dejó de hacerlo y cambió sus gritos por silbidos, silbidos que se fueron transformando en un cántico de guerra generalizado como los entonados por los fanáticos del fútbol: “¡Somos del Hip Hop, Somos del Hip Hop!”
A Savia Nueva le siguió Conexxión, un combo joven de rap, más denso y callejero, con sietes MC’s (seis chicos y una niña). Antes dije que los chilenos eran nacionalistas, y si lo serán que estos colgaron una bandera de su país frente a la mesa de los platos. Durante toda la tarde no paré de oír la palabra Chile en las letras, los estribillos y las arengas de los maestros de ceremonia, hasta había uno flameando la bandera patria en medio del público. Más tarde le tocó el turno a los Panteras Negras, uno de los grupos que han sobrevivido desde la vieja escuela, su Rap enteramente politizado no despierta fanatismos en la gente pero son bien respetados en la escena por su notable trayectoria. A continuación, subieron al escenario los B-Boys de Gravedad Cero que dejaron absorto al público con sus acrobacias y principalmente con la incursión de un bailarín de escasos ocho años que cerró el show con un impecable headspin. Le siguieron los muchachos de Rezonancia un dúo de rap bien hard core y marihuanero que arrastra mucho público pesado, pero también tiene a sus groupies que se agolpaban contra el vallado para sacarles fotos. Como invitado de Rezonancia en un par de temas subió su eminencia el Jimmy de la Pozze Latina, el grupo que dio el puntapié inicial del Hip Hop Chileno hace más de una década.

Los Españoles
Hasta ahí los chilenos. Afuera ya empezaba a anochecer y el público estaba cada vez más ansioso por ver a la estrella de la noche: Ari. Fue entonces cuando me di cuenta de lo grave de mi situación, había perdido de vista a los que habían ido conmigo y la oscuridad no me ayudaba a encontrarlos. Distinguir la cara de alguien a quién conociste hace unas horas -y apenas sabes su apodo- no es cosa sencilla entre una aglomeración de cinco mil personas.
“¿Qué pasa Chile?” Gritó Jotamayúscula apenas se acomodó detrás de los platos y una vez más la ovación colmó el estadio. Por fin alguien de España subía a escena, recién entonces comprendí las dimensiones del fanatismo que tiene la escena chilena con los artistas del Hip Hop ibérico. El desempeño de Jota no fue el mejor ya que estaba en pleno estado gripal y transpiraba de fiebre, pero eso no le impidió dar un buen show y mover un poco a la gente cada vez más ansiosa por ver a la chica de Gerona.
El show de Jota en los platos llegaba ya a su fin cuando anunciaron la gran sorpresa de la noche: “¡CPV estaba en la casa!” Sí, sí, como habéis leído, sin anticipos ni nada, Mr Rango se coló en el escenario secundado por Kamikaze y Supernafamacho y empezó el show sorpresa del Club, que por lo que supe es el grupo español que más fanatismo ha causado en el público chileno después de 7 Notas 7 Colores (Nota: el Mu y su gente se habían presentado un mes antes ante similar cantidad de gente y había así inaugurado oficialmente la invasión española a tierras sudamericanas). Fue el Nafa quién dijo ante la enfervorizada muchedumbre que lamentable no contaban con la presencia de Paco y Meswy, pero contentó a los fans con una promesa: “En Octubre volvemos con CPV completo”.
Finalmente llegó la hora tan esperada, se apagaron los focos en las tarimas y el Jota dejó su lugar al DJ de Ari. De repente las luces se encendieron y dejaron apreciar la figura menuda de la MC en cuestión que con más fuerza que nunca gritó nuevamente “¡¿Qué pasa Chile?!” dando así comienzo al show más prendido de la noche. Imaginaos la sorpresa de la morena de Cataluña cuando advirtió la gran cantidad de público femenino que no sólo la idolatraban sino que coreaban sus letras de punta a punta. Y atención, el disco de Ari no está editado en Chile y las ventas de la única tienda que lo ofrece original no son tan abundantes, pero todos los cinco mil presentes parecían conocer a la muchacha como si fuera una más del barrio. Creedme, la impresión que se ha llevado esta chica ha sido de lo más fuerte, pagaría por haber estado un minuto en sus pantalones.
Pero las sorpresas no se terminan aquí, como corista suplente, Ari llevó a su compañero de aventuras el Payo Malo, que también era bien reconocido en Chile aunque no tanto como solista, sino como invitado de Sólo los Solo (otro de los que han causado furor en tierras mapuches). También tuvo el Payo oportunidad de demostrar algo de lo suyo en medio del show de Ari.
Se aproximaba ya el final del festival y después de haber dado varias vueltas por el estadio me había resignado, había perdido a mis amigos y se me iba a complicar recuperar mi equipaje. Lo que más nervioso me ponía era que el domingo (o sea, al día siguiente) la tienda estaría cerrada y el lunes siguiente era feriado nacional. En fin... perdí todo lo que traje, pensé, así que me dediqué a disfrutar del show que llegaba a su punto de apogeo cuando Ari entonó su himno “Arriba los buscavidas”. El público alcanzó prácticamente el éxtasis con esta canción cuya letra reflejaba mejor que nada la situación marginal, de pobreza y violencia extrema en la que viven la mayoría de los b-boys chilenos.

Después del Show
El siguiente capítulo de mis aventuras se desarrolla intentando encontrar a alguien conocido a la salida del evento, alguien que me quisiera alojar por al menos una noche hasta que pudiera recuperar mi dinero y mis pertenencias. No conseguí encontrar a nadie así que me metí en los camarines, al menos conocía a Nieves de Zona Bruta, con quién había tenido contacto por e-mail únicamente y habíamos acordado reunirnos aquel día. Ahí los conocí personalmente a Kamikaze y a Ari que andaba de lo más contenta tras terminar el show y se paseaba con una bandeja de galletas ofreciéndole a todo el mundo. Vi con mis propios ojos, como una fan chilena de Ari cogía una galleta y la guardaba como recuerdo “por más hambre que tenga no la voy a comer... me la dio Ari” y agradecía al cielo como si hubiese recibido una bendición.
Terminé en un hotel del centro de Santiago, en una habitación con toda la troupe de Zona Bruta que no dejaban de asombrarse del público chileno. “¿Cómo puede ser que habiendo tanta gente no hayan salido sellos de Hip Hop?” le oí decir a Nieves “¿Cómo puede ser que en Argentina, que tiene el triple de población, el Hip Hop aún no haya pegado?” Enigmas sin respuestas. Escuché las anécdotas del Kami que solito, apenas llegó a Santiago, incursionó en los barrios bajos dominados por las pandillas de rapperos más peligrosas y apenas lo reconocieron salieron a recibirlo como una verdadera estrella. Me contaron de cuando había venido Mucho Muchacho y la policía había tenido que hacer todo un cordón para que pudiese llegar al estadio, escapando del acoso de los fans. Me enteré también de que, en una especie de tour, habían llevado a Ari, Payo Malo y los CPV a conocer la Guamachuco, una de las poblaciones marginales de Chile de donde más grupos de rap habían surgido y que los recibieron con una fiesta en un centro cultural indígena donde los pusieron al tanto de la situación de los descendientes de aborígenes y el racismo. Pude apreciar con asombro a las groupies de escasos catorce abriles esperando en la puerta del hotel para pedirles autógrafos a los MC’s madrileños, regalarles muñecos y llevarse algún recuerdo de sus ídolos...

La Conclusión
Yo de mi mochila ya ni me acordaba. La daba por perdida. Recién a las 11:30 de la noche conseguí lugar donde quedarme: ocupé la cama que había dejado libre Kamikaze en el departamento de la gente que organizaba el festival, que me acogieron con singular hospitalidad. Me tranquilicé y me puse a ordenar en mi cabeza todas las ideas para escribir este artículo a mi regreso a Buenos Aires, ya que también había perdido mi grabadora y no había podido hacer ni una entrevista como tenía planeado. Todavía me faltaba resolver el problema de cómo regresar a mi país sin los tickets del avión ni dinero para comprar unos nuevos, pero eso era para mí ya un inconveniente menor. Estaba satisfecho. Había presenciado uno de los shows de Hip Hop más importantes de mi vida y tenía la certeza absoluta de que esto era sólo el comienzo. Que no tardarían en llegar al cono sur tantos otros artistas españoles del rap. Ya que claro... no van a querer perdérselo, ¿o acaso a ti no te han dado ganas de probar el fruto de la fama internacional, los hoteles, los fans y los estadios repletos de niñas que corean tus letras?

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